domingo, 10 de mayo de 2020

Quédate en casa

La cuarentena nos hace encontrar otras perspectivas,
otras formas de hacer, de pensar, de vivir,
nos recuerda  nuestra nimiedad,
esa pequeñez que intentamos ignorar.

Hoy volví a encontrar esa mirada,
aquella que hace días lanzas y recoges,
con la cual en pocas ocasiones he logrado cruzar,
soy ese pez que aún no muerde del todo el anzuelo.

Ciertamente en otras condiciones
sería muy poco probable reconocernos,
y me refiero, a ese misterioso azar
de notar la existencia del otro.

Pero esto ya pasó, ¿y qué nos queda?
¿contemplarnos desde los balcones?
¿suponer historias sobre el otro?
¿nos vamos a hacer recuerdos ahora que somos tiempo?

No te aseguro que tendremos un idilio de amor
o que seremos dos amantes separados por la pademia,
pero sí me gustaría darle el nombre correcto
a esa señorita crespada que me observa con detenimiento.

De mi parte, no gritaré desde el otro lado de la calle,
ni mandaré mensajes con palomas o en aviones de papel,
así que habiendo aprendido de este aislamiento,
te dejaré un papel en mi ventana con mi número anotado,
por si algún día mi nombre tú también quieres conocer.



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